Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia.
Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad.
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas:
«No tengo en ellos contentamiento»; antes que se oscurezcan el sol y la luz,
la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia.
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